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San José de Chiquitos evoca con nostalgia el histórico Mercado de la Carne, hoy convertido en la cooperativa COMAYO

Pobladores de San José de Chiquitos, luego de que el administrador de la Fans Page del Facebook, «San José de Antaño» publicara un registro fotográfico de los años 70, recordaron con nostalgia el Mercado de la Carne, un emblemático edificio que pulsaba como el corazón comercial y social del pueblo. Actualmente este edificio alberga las instalaciones de la Cooperativa de Agua (COMAYO). El Post publicado permitió a vecinos y familias revivir tradiciones que marcaron la vida cotidiana hace décadas.

El mercado, recordado por su actividad frenética desde la madrugada, era escenario de los «mañazos», hábiles trabajadores que aturdían y sacrificaban el ganado con golpes precisos antes de carnear las reses con maestría. La carne fresca se expendía directamente en casetas a las amas de casa, garantizando productos «al momento» y accesibles. «Época en q la carne era accesible y no faltaba», comentó Luis Alberto Rodas en una publicación viral.

Adyacente al mercado principal, funcionaban lavanderías abiertas donde las lavanderas frotaban la ropa con jabón y esfuerzo manual. En las afueras, vendedores ambulantes ofrecían frutas, verduras, quesos y artesanías, convirtiéndolo en un verdadero punto de encuentro comunitario.

Testimonios destacan la rutina nocturna: «Cada dueño de res salía de su casa a las 12 de la noche con su lámpara a querosene prendida, porque la luz eléctrica era hasta las 10 de la noche, y también usaban mecheros a querosene. Yo recogía gancho para don Leónidas Ybañes y don Juan Duran», relató Edwin Saucedo Dorado. Arnulfo Céspedes agregó detalles sobre la inauguración: «Con mi padre Nelson Céspedes y mi madre Marina Zeballos, el Tte. Saturnino Ribero y su esposa Doña Arminda Justiniano, don Orellana y su esposa, don Juan Duran y su esposa, don Leonidas Ybañez y su esposa, se inauguró el Mercadito».

Otros evocan figuras icónicas de los carniceros: «Don Salomón Elías, su hermano Benigno Elías, Don Leónidas Ibáñez, Don Pastor Céspedes, Urbano Orellana», enumeró un usuario. Incluso se mencionan anécdotas pintorescas, como la venta de «gelatina de pata» con «53 vasos» como tarifa, bajo la intendencia de don Francisco Arredondo.

Sin embargo, el edificio original ya no existe. «Ya no existe esa construcción, fue demolido para construir la cooperativa de luz y agua COMAYO», aclaró Hugo Ruiz, subrayando los cambios urbanísticos que transformaron el sitio en una infraestructura esencial para el suministro de servicios básicos.

Estos recuerdos, compartidos en plataformas digitales, invitan a una reflexión colectiva: «¿Quién más extraña esas mañanas de mercado?». La nostalgia resalta no solo la evolución del pueblo, sino el valor de sus tradiciones como patrimonio cultural intangible. La comunidad continúa invitando a más testimonios para preservar esta historia viva.