Tras sofocar un voraz incendio en el Cañón El Riabe esta mañana, los bomberos voluntarios de San Ignacio de Velasco descubrieron el cuerpo carbonizado de una carachupa (Didelphis marsupialis), un marsupial endémico de la región chiquitana, evidenciando las devastadoras consecuencias de los fuegos forestales sobre la vida silvestre.
El siniestro, que arrasó con gomas y pastizales en esta área protegida cercana al Parque Nacional Noel Kempff Mercado, fue controlado después de varias horas de arduo trabajo por parte de brigadas locales. Sin embargo, el hallazgo del pequeño animal, identificado preliminarmente por su tamaño y características morfológicas, ha conmocionado a la comunidad y a las autoridades ambientales, recordando la vulnerabilidad de las especies nativas ante la creciente amenaza de los incendios.
En el corazón de la Chiquitania boliviana, esta región ha sido uno de los epicentros de la crisis de incendios forestales que azota al país desde julio de 2025. Según reportes del Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA), Bolivia ha registrado más de 739 focos de calor en Santa Cruz, el departamento más afectado, con 12 incendios activos en municipios como San Ignacio de Velasco, Concepción y San Matías. Estos fuegos han consumido cerca de 4 millones de hectáreas en lo que va del año, superando los 3,3 millones de 2023 y acercándose a los récords históricos de 2019, cuando 5,3 millones de hectáreas quedaron reducidas a cenizas.
La carachupa, conocida localmente como zarigüeya o tlacuache, es un marsupial oportunista que habita en bosques secos y selvas tropicales de la Chiquitania. Con un rol ecológico clave como dispersor de semillas y controlador de plagas, su población ya se ve amenazada por la deforestación y el cambio climático. Expertos del Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAP) estiman que las pérdidas en fauna durante esta temporada podrían ascender a miles de individuos, con impactos irreparables en la biodiversidad del Bosque Chiquitano, uno de los ecosistemas más biodiversos del mundo.
«Este pequeño ser indefenso representa a todas las vidas silvestres que se pierden en silencio cada día. Los incendios no solo destruyen vegetación, sino que aniquilan cadenas alimentarias enteras», declaró el jefe de bomberos de San Ignacio, Ramiro Morales, quien lideró la operación de extinción. La Gobernación de Santa Cruz ha emitido alerta roja en 24 municipios, incluyendo San Ignacio, debido al alto riesgo de propagación, exacerbado por la sequía extrema y vientos fuertes. Brigadas forestales, apoyadas por más de 1.000 militares desplegados por el Gobierno nacional, continúan combatiendo focos en áreas de difícil acceso como el Parque Noel Kempff Mercado, donde se han quemado al menos 10.389 hectáreas solo en agosto.
Organizaciones como WWF Bolivia y UNICEF han alertado sobre los efectos colaterales: evacuaciones de comunidades indígenas chiquitanas, suspensión de clases por humo tóxico y afectación a la salud respiratoria de niños y ancianos. En San Matías, por ejemplo, 11 comunidades indígenas han sido directamente impactadas, con familias perdiendo cultivos y acceso a agua potable. La declaración de Emergencia Nacional en agosto ha facilitado la llegada de ayuda internacional, pero activistas exigen la abrogación de «leyes incendiarias» que permiten quemas agrícolas descontroladas, principal causa de estos desastres.
Este trágico descubrimiento en el Cañón El Riabe subraya la urgencia de acciones preventivas. Mientras las llamas persisten, la tristeza se posa sobre la selva chiquitana, pero también surge un llamado colectivo: proteger la vida silvestre es proteger nuestro futuro. Autoridades locales y nacionales se reúnen esta semana para fortalecer planes de manejo del fuego, con énfasis en educación comunitaria y monitoreo satelital. Que esta carachupa no sea solo una pérdida, sino un catalizador para el cambio.
Por más información, contactar a la Gobernación de Santa Cruz o al MMAyA. #UnidosContraElFuego #ChiquitaniaViva